Totalmente
estresado y al borde del colapso nervioso logró huir el macaco Rhesus, conocido
como Abu de las instalaciones del laboratorio B.E.P.G. luego de que un incendio
hiciera caer la rama de un árbol sobre los cristales de su patio de juego. El
mono, totalmente asustado y desorientado debido al siniestro, además de su ya
deplorable condición mental, atacó violentamente a uno de los bomberos que
intentó ayudarlo, provocándole heridas de mordedura en una de sus manos y rasguños
en el rostro, antes de perderse en el parque contiguo a las instalaciones. El
hombre fue trasladado al hospital y Abu es buscado intensamente.
A
la mañana siguiente, los primeros rayos solares de un día despejado, iluminaban
la habitación del hospital donde Ángel Alegría se recuperaba de las heridas en
su mano y rostro, no había lesiones de gravedad según el médico de turno, pero lo
mantendrían en observación, debido a que los ataques de animales frecuentemente
son fuente de contagio de enfermedades. Tanto para el paciente como para el
personal del hospital, era un misterio la presencia de policías profundamente interesados
en su caso, a pesar de que no había presentado ninguna complicación en su
diagnostico, y la única incomodidad sufrida además de las molestias propias de
las heridas, fue que no pudo conciliar el sueño aquella noche, nada de que
preocuparse si consideramos el estado de tensión al que había sido sometido
tras el ataque, seguramente algunos medicamentos habían prolongado la segregación
de adrenalina provocando insomnio temporal.
Todo
aquel día, y la noche que le siguió, el bombero continuó en inevitable vigilia
lo que alertó a su trasnochada enfermera, la cual tampoco había pegado los ojos
durante su turno nocturno, a pesar de haberlo intentado, esta antes de
retirarse dejó constancia en su informe de aquello. El médico no encontró
anomalías en su estado derivadas de las heridas y recetó suaves soporíferos
para tratar el insomnio.
Luego
de su tercera noche sin dormir, Ángel Alegría padecía todos los estragos del cansancio
severo, nula concentración, estrés mental, mal humor. Numeroso personal del
hospital comenzó a acusar síntomas similares que no solo alertó a los médicos
si no también a la policía, quienes, mediante una orden arbitraria emitida
directamente del gobierno, pusieron el establecimiento en cuarentena, sin dar
mayores explicaciones del por qué, sin embargo, con el correr de los días, los
casos de insomnio tanto dentro como fuera del hospital se multiplicaron de
forma alarmante, obligando a las autoridades a improvisar establecimientos para
aislar a todos los que acusaran problemas para dormir, transformándose estos en
encierros para verdaderos zombis babosos y conflictivos que a cada momento se
volvían más difíciles de controlar.
En
las afueras del hospital, un grupo de mujeres se reunió para atraer a las
personas que sin parar llegaban a tratarse, asegurando que mediante sencillas
sesiones de hipnosis, podrían solucionar el insomnio de forma rápida y
saludable, tras la cancelación de un precio razonable acorde a las
circunstancias. Su negocio se derrumbó cuando dos de las integrantes del grupo
debieron internarse en los locales de cuarentena luego de tres noches sin poder
dormir.
Al
cabo de nueve días fue encontrado el cadáver de Abu a doce kilómetros del
laboratorio de donde huyó, su traslado a este fue inmediato. Esa misma tarde
Ángel Alegría y otros trece pacientes, eran los primeros en ser sometidos a un
coma inducido, debido a que su organismo ya no soportaba la falta de sueño por
medios naturales, este procedimiento no solucionaba el problema, pero al menos retardaría
la aparición de daños permanentes en sus organismos.
La
presión de los medios de comunicación, así como también del resto de la
población obliga a las autoridades a reconocer que la epidemia de insomnio es
producida por un virus alterado genéticamente de forma accidental, durante
experimentos científicos de estudio. Se trabaja incesantemente en el antídoto
el cual está cerca debido a la aparición de Abu, el primer infectado, el cual
contiene la lectura genética del virus en su forma primaria. La verdad de que
dicho virus estaba siendo desarrollado como arma bacteriológica para provocar el
colapso masivo de tropas enemigas no es admitida nunca.
Tras
tres semanas de epidemia y con el 50% de los infectados en estado de coma
inducido, el gobierno presenta su primer antídoto desarrollado a partir del
virus que originalmente infectó a Abu, el cual falla estrepitosamente debido a
que el grueso de la población presenta una infección causada por una variedad
nueva y mejorada del virus ya llamado, “Insomnus”.
Finalmente
el ejército interviene para evitar que nadie entre o salga de la ciudad, mientras
la cura tarda en aparecer. Los científicos trabajan sin cesar en un nuevo
antídoto que detenga el constante contagio de nuevos individuos.
Dos
meses después del primer contagio la ciudad entera duerme completamente aislada
del resto del país, solo científicos, médicos y personal del ejército vagan por
sus solitarias calles, el contagio se ha detenido pero el virus Insomnus sigue
evadiendo los nuevos intentos de antídoto. Los contagiados sufren en silencio
la falta de descanso y las labores propias del sueño que el coma inducido no
puede proporcionar.
Extraoficialmente,
ya hay tres países interesados en adquirir cepas del nuevo virus Insomnus para
fines bélicos…
León
Faras.