miércoles, 14 de marzo de 2012

El Suicida.

El siguiente escrito corresponde a una consigna en la que participé, es decir, que el escrito debía cumplir con ciertas características impuestas previamente, estas eran:

- Escribir una "crónica" con una extensión máxima de 600 palabras.

Debe contar con las siguientes características:

- la trama debe ser sobre una visita al dentista
- un desconocido, por algun motivo acompaña al protagonista al consultorio
- luego de la visita, el protagonista participa de un accidente en la vía pública

Se deben incluir las siguientes frases dentro de la Crónica:

"pensé en irme a vivir al congo belga"
"supongo que será cierto, aunque viene de un gran mentiroso"
"manifestación de prostitutas frente al congreso"
"empezó el otoño"

Esto fue lo que salió:

El Suicida.

Lidia salió apurada de su casa, debía ir a la consulta de su dentista y llevaba diez minutos de atraso. Apenas salió a la calle levantó la mano para que uno de los dos taxis que pasaban en ese momento la viera, el primero siguió de largo, pero el segundo se detuvo varios metros más allá, la muchacha corrió solo para comprobar que era otro pasajero quien había solicitado la parada. Debe haber puesto una cara de infinita desilusión, porque el hombre que ya subía al auto, le ofreció compartir el vehículo si le servía, “Voy al centro, al edificio frente al congreso”, Lidia se iluminó, era una gran coincidencia que su dentista tuviera su consulta ahí mismo. “Y… usted trabaja en aquel lugar”, Lidia quiso comenzar una conversación, sentía cierto agradecimiento por la amabilidad de llevarla, “No, mire, no se asuste pero voy allí a suicidarme”, la muchacha se quedó inexpresiva, “...lo que sucede", continuó el hombre, "...es que empezó el otoño y no soporto un otoño más”, Lidia sintió un poco de arrepentimiento de haber subido a aquel auto, “Es una broma, ¿verdad?, mi jefe dice que los que anuncian que se van a suicidar, jamás lo hacen”, el hombre se veía muy tranquilo, “¿Y usted cree que eso es cierto?”, “Supongo que será cierto, aunque viene de un gran mentiroso”, “Pues..." continuó el hombre mirando el camino por sobre el hombro del chofer, "...¿Qué ganaría yo con engañarla a usted?”, Lidia sintió repentinamente ganas de fumar, “Y dígame, ¿Por qué quiere matarse?, perdone, no tengo tacto para estas cosas”, “No se preocupe, lo que ocurre es que se lo advertí a mi mujer, y ella no me hizo caso, así que lo haré frente a ella” La muchacha ya quería bajarse pero no se atrevía “¿Su mujer estará allí?”, preguntó, “Sí, en la manifestación de prostitutas frente al congreso”, “¿Su mujer es prostituta?” Lidia nuevamente se sintió desubicada, el hombre suspiró “Sí, pero solamente durante los otoños”. Dicho esto el vehículo se detuvo, el hombre pagó y se dirigió al interior del edificio, Lidia lo alcanzó en el ascensor, donde el hombre marcaba en el tablero el último piso “¿A qué piso va usted?” le preguntó con amabilidad, la mujer ya estaba alarmada “No, espere, no puede matarse, tal vez deba alejarse un tiempo, yo una vez pensé en irme a vivir al Congo Belga…” El hombre la interrumpió, “¿Sabe usted la cantidad de atrocidades que cometieron los Belgas con los africanos?” Lidia se quedó en blanco, ¿Qué rayos tenía eso que ver?, “No, pero…”, la puerta se abrió y el hombre salió apresurado rumbo a la azotea, “Disculpe”, le dijo, “¡Espere!”, gritó Lidia ya asustada, “...¿Cómo se llama su mujer?” El hombre se subía a la cornisa “Susana, ¿por qué?”, Lidia se asomó por la cornisa y comenzó a gritar desesperada a una gran cantidad de gente reunida en frente, especialmente mujeres “¡Susana, Susana!, ¿Hay alguna Susana allí?, ¡Su marido se quiere matar, haga algo por favor!” Los gritos de Lidia fueron oídos por un par de transeúntes que dieron la alarma y pronto toda la manifestación se volteó a ver al suicida, una mujer salió corriendo de entre la multitud tirando al suelo las pancartas que traía y se lanzó a la calle para ser vista por el hombre, sin percatarse del taxi que iba pasando, este frenó a fondo, pero con el último impulso de la inercia que llevaba chocó a la mujer quien cayó inconsciente, “Oh mierda, ¡es Susana!”, dijo el hombre, bajando de la cornisa y corriendo al ascensor”, Lidia le siguió aterrada “Fue mi culpa, fue mi culpa”.


León Faras.

2 comentarios:

  1. Hola León!,salió bien eh! =) vaya...el acomedido nunca queda bien je y me refiero a lo de la chica que quiere salvar a uno y ups! sale perdiendo la otra,je. Te dejo saludos y un abrazote! Ah! me gusta tu fotito.

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  2. Belcee!!, gracias...Sí, estas consignas son buenas para la creatividad, aunque siempre se me hacen muy pocas la cantidad de palabras permitidas.

    Un abrazote para ti también y que estés muuuuuy bien.

    Gracias por lo de la fotito también!!

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