jueves, 26 de abril de 2012

Fugaz.

Sé que es inverosímil, pero estoy seguro de lo que vi, a pesar de que todos sepamos que es imposible y que los profesionales digan que lo imaginé, yo estoy seguro de lo que vi. Tú estabas ahí, con tu sucio perro de felpa del que no te separas nunca, en el suelo gateando sobre las frías baldosas, hablándole a la nada de tus sueños, riéndote en vano, con tu mente ausente, hasta que por unos segundo todo lo que hacías perdió sentido, te quedaste quieta, mirándote tu mano ennegrecida de tierra y saliva, tu permanente risa innecesaria se desvaneció, tu rostro adquirió gravedad. Yo que te observaba me puse de pie, me acerqué, tú buscabas a tu alrededor visiblemente confundida, hasta que me viste, me reconociste, lo vi en tus ojos, estabas en el aquí y en el ahora, asomándote a la realidad desde la profundidad de tu prisión. Lo supe cuando soltaste tu juguete, tu tabla de naufrago, para aferrarte con tu mirada anhelante a mis ojos, sin desviarla para no caer de nuevo, sin pestañar para no ahogarte. Sonreíste tímida, incrédula y tu sonrisa era distinta, era deliberada, auténtica… pero solo fueron unos segundos, luego tu seguridad se volvió miedo, empezaste a inspeccionar tu entorno, a ti misma, a restregarte las manos por tu bata, y te lanzaste triunfante sobre tu mascota falsa, con esa risa que no te pertenece, con ese vocabulario incoherente, con tu locura… sobre el piso del siquiátrico.

 León Faras.


No hay comentarios:

Publicar un comentario