domingo, 21 de diciembre de 2014

Tu presencia.

Tu presencia está aquí ahora, en tu propio espacio y tiempo pero aquí, tan potente y persistente que me impregna, me manipula, me forma y me educa. No te imaginas cuanto has destruido para luego volver a edificar, ante un espectador maravillado que ve como la naturaleza obra milagros tan fácilmente y con tanta autoridad. Dudo de que naufrago alguno haya contemplado con más felicidad y esperanza su salvación en alta mar, allá, lejos aún pero consciente de haber sido encontrado y que la salvación por primera vez en mucho tiempo, existe, y se puede soñar libremente con ella. Irrumpiste para quedarte, cosida a alguna parte de mi ser de donde no podría sacarte sin rasgarla, sin dañarme a mí mismo, sin abrir una herida... sutilmente dosificada por algún curandero celestial, un alquimista místico que obró con todo su talento en ti, dotándote de las perfecciones que te hacen idónea y de las imperfecciones que te hacen única... no soy culpable ni responsable, no podría, no sabía que para encontrar lo que buscas, primero debías dejar de buscar...ni tampoco sabía que alguien estaba poniéndome atención cuando te invocaba...  solo he sido espectador y receptor de lo más bello e inusual que me ha pasado...algo que ya amaba antes de saber que existía.

Tu presencia está aquí ahora, recordando mis objetivos, marcando el paso de mis sueños, como una galera cuyo único remero soy yo, en la cual el látigo de tus labios, me obliga a hundir los remos en mi realidad que es un océano hasta llegar a ti, el único puerto, sin provisiones más que las añoranzas de tu piel, sin más viento que tu voz, sin otro faro más que tus ojos. Si piensas que exagero recuerda que soy navegante inexperto, que nunca había abandonado mi realidad para lanzarme a soñar descaradamente, como si no hubiera otro futuro más que el que sueño contigo, irrompible y perpetuo. Ya dejé de temer, si alguna vez lo hice, ya no, ahora solo confío, pero sin el esfuerzo que alguna vez le puse, mi confianza es natural, liviana e insistente, renovable... no es carga tuya ni mía, es consecuencia, es fruto para saborear y no raíz para sostenerse. Ya sé que no eres doncella del balcón ni yo un Cyrano de Bergerac, pero si las palabras salen es porque estaban ahí, y si las escribo para ti es porque las has inspirado, no son simple retórica aduladora sin médula, sino hijas de tu presencia ausente.


León Faras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario