domingo, 9 de enero de 2022

Los Condenados.

 

Odregón.


Tercera parte.



Vilma aceleró, llevaba mucho recorrido, pero era mucho más lo que le faltaba para llegar a alguna parte. Aquello de la sangre seca no sonaba nada alentador, “Bien…” Dijo de pronto, tratando de poner en orden sus ideas, “…Dijiste que durante la oscuridad surgió vida gracias a la luz de los árboles. ¿Qué clase de vida era esa?” Quci empezaba a acostumbrarse a darse por aludida aunque no le hablaran a ella directamente, algo que en el castillo del señor Dugan era impensado. “Una vida que desapareció sin dejar vestigios” Respondió el robot, tal como sus archivos señalaban, la chica apretó los labios con disgusto, “Ya, pero sí hay vestigios, ¡este árbol! ¿Por qué aquí no parece haber nada más?” Quci, a pesar de ser una máquina, parecía confundida, jamás se había visto obligada a razonar antes, a obtener conclusiones “Es posible que aquí se haya evitado, de alguna manera, el surgimiento de aquella vida” Replicó, sin estar muy segura de dónde había sacado eso. “¡Exacto!” Afirmó Vilma, y luego añadió, “Cosechando los huevos antes de que estos cayeran naturalmente.” Quci se maravillaba de su propia capacidad de deducir, “¿Sugiere usted, que surgió un ser vivo del interior del huevo que, de alguna manera, imposibilitó que los sacerdotes regresaran?” Por primera vez, Vilma quitaba los ojos del camino para echarle un breve vistazo a los ojos de su acompañante por el espejo sobre ella, “O tal vez más de uno” Concluyó.



¿Cuántos sacerdotes eran?” Preguntó Marcus, examinando los cristales de sus anteojos antes de volvérselos a poner. Caín miraba con preocupación la altura a la que estaban, sin atreverse a imaginar la altura a la que llegarían, “Diecisiete. Por algún motivo no pueden ser más, ni menos” Marcus miró hacia la aún lejana copa del árbol totalmente carente de hojas, “Diecisiete y ninguno logró volver…” “Tal vez estén todos allá arriba aún, pensando en cómo explicar lo del huevo roto” Sugirió Caín, con fingida inocencia. Su compañero soltó una risa sin ganas que se extinguió de inmediato.



Vilma frenó tan repentinamente que Quci por poco, se da con la frente contra el asiento del copiloto. Luego la chica cogió sus prismáticos y examinó la parte alta del árbol hacia donde iban, pero aquello no era más que un pozo negro sin fondo. Quci la imitó, pero sin prismáticos, “Aún falta bastante” Señaló. Vilma fingió no escuchar eso, “Algo se movió allá arriba. Estoy segura” Afirmó la chica, el robot asintió con la cabeza sin ver absolutamente nada que se moviera arriba ni en ninguna parte, “Es posible que se trate de murciélagos albinos, buscan sitios oscuros como ese para…” “No lo creo” La interrumpió Vilma, tajante, lo que provocó la curiosidad de la máquina, “Porque desde que entramos, no he visto mierda de murciélago por ninguna parte, ¿y tú?” Aclaró. El robot no pudo más que admitir la razón de ese argumento y volver a su lugar sobre Beatrice, “¿Tienes un arma?” Preguntó la chica, el robot respondió con la cortesía de una camarera que se excusa por no poder cumplir una orden, “Oh no. Los robot en Odregón no estamos diseñados para fines ofensivos” Vilma conducía bastante rápido ahora, pero apenas necesitaba mover el volante para mantener la dirección, “Pues yo te diseñaré rápidamente para fines defensivos…” Replicó la chica, “Quiero que tomes los controles del cañón que está detrás mío” Le ordenó. Quci no podía manejar un arma, eso contradecía una de las bases fundamentales de su programación diplomática, “Me temo que eso es imposible” Se excusó el robot con tono lastimero, algo que siempre funcionaba con seres civilizados… pero no con Vilma. La chica volvió a frenar el vehículo de golpe, con un breve pero sonoro patinado de los seis neumáticos de Beatrice, sacó su arma y la apuntó directo al medio de los ojos del androide, “¡Haz lo que te digo, o te juro por tus dichosos huevos que te volaré la cabeza!” Quci solo pestañeó, “Está usted amenazando con un arma a una máquina” Le informó, “Escucha, bola de cables…” Respondió Vilma, “…en la situación en la que estamos, o eres una ayuda o eres una molestia, y por lo general soy muy buena deshaciéndome de las molestias, de hecho me gusta hacerlo. No te estoy pidiendo que mates a nadie, pero es probable que ahora, todos tus queridos sacerdotes estén destripados por ahí o a medio digerir, y lo que lo haya hecho, querrá hacerlo también conmigo, tal vez no contigo, porque no te ves muy apetitosa, pero yo y mis compañeros estamos arriesgando el pellejo aquí, ¿entiendes? Así que la situación es la siguiente: o tomas ese cañón, y te pones de parte de nosotros, que pretendemos solucionar este problema y devolverle los huevos a Odregón, o no haces nada y te pones de parte de esa cosa que destripó a tus sacerdotes, en tal caso, tendré que volarte los sesos aquí y ahora. ¿Tienes algo de sentido de conservación?” Tanto el tono como el gesto de Vilma no dejaba lugar a dudas, Quci lo entendía, pero tampoco era que se sintiera intimidada por la amenaza, después de todo, era una máquina, pero, había aprendido algunas cosas nuevas desde que estaba allí con esa mujer, y podía sentir como su cerebro artificial trabajaba en una infinidad de situaciones y circunstancias en las que podía operar de nuevas e inimaginadas formas, lo que le provocaba una cierta sensación de evolución intelectual bastante sabrosa, por lo que aceptó, “…pero no le dispararé a ningún ser humano” Advirtió, acomodándose en el lugar de Marcus, frente al cañón, “¡Estupendo!” Exclamó Vilma, volviendo su arma a su estuche, “Asegúrate de empezar por no apuntar esa cosa hacia mí.” El robot sintió que no había nada racional que pudiera responder a eso, por lo que guardó silencio. “¡Ah!” Recordó Vilma de pronto, “¿Ves ese interruptor verde? Es el seguro. No lo presiones a menos que quieras disparar.”



Mientras más alto estaban, la luz de los huevos era más potente de lo que parecía desde abajo, llegando a deslumbrar con mucha facilidad, lo que obligó a los chicos a usar las gafas oscuras que eran parte de su equipo. Casi llegaban a la copa y aún no veían ni oían nada, lo cual no podía calificarse como bueno ni como malo, aunque, y ambos lo sabían, la incertidumbre siempre era algo malo, “¿Cuánto crees que tardarías en llegar abajo si caes desde aquí?” Preguntó Caín, visiblemente incómodo, Marcus no respondió, la altura a la que estaban era intimidante, sufrieras o no de acrofobia. Cuando llegaron arriba, una plataforma, como una especie de muelle aéreo, les permitía pasar del ascensor al árbol con seguridad. Este lucía lleno de puentes, plataformas y escalinatas que no eran visibles desde abajo, y por las que se podía circular cómodamente, incluso por encima de las numerosas ramas que salían en todas direcciones. Desde donde estaban, el árbol continuaba ascendiendo bastante más de lo que cualquier árbol podía crecer en tierra. Adherida al tronco, había una colosal grúa con tres enormes carretes de piola de acero, con el que claramente bajaban los huevos hasta el piso. Gigantesca, pero comparada con Dilion, no era más que una verruga. “¿Sientes eso?” Preguntó Marcus, Caín estiró hacia abajo las comisuras de los labios y negó con la cabeza, el artillero continuó, “Hace frío, y tenemos al menos una docena de soles aquí iluminándonos. Los huevos no generan calor” Era verdad, aunque Caín no se mostró especialmente interesado en ello; miraba la bóveda de la montaña, lejana y misteriosa. Junto a la grúa, había una bodega, estaba cerrada, pero podían verse dentro las herramientas y utensilios que usaban en la cosecha, “Ni siquiera sacaron sus trastos” Comentó Caín, “Tal vez ni siquiera llegaron hasta aquí” Añadió Marcus. En ese momento se oyó un aleteo, breve pero violento, como el de una criatura que le cuesta trabajo despegar. Ambos hombres apuntaron sus armas en todas direcciones, pero ninguno alcanzó a ver nada. Como si pretendiera darles un buen susto, la voz de Vilma sonó en el comunicador, “Oigan chicos, me temo que el camino está bloqueado” “¿Más escombros?” Preguntó Caín, aún inspeccionando los alrededores, nervioso “No…” Respondió la chica, y tardó algunos segundos en continuar, como cuando no encuentras las palabras adecuadas para describir lo que ves, “Yo diría que es algo así como… un nido… o lo era” Luego de otros segundos más de silencio, añadió, “…como una bola gomosa sujeta con varios tirantes al camino y llena de agujeros” Marcus relacionó aquello con el aleteo que acababan de oír, “¿Bichos?” Caín estaba de acuerdo, “¿Crees que puedas usar el cañón para abrirte paso?” Vilma tardó en responder, “No sé si esa sea una buena idea, Jaden… espera, ¿Qué dices?” Cortó. Al cabo de un rato volvió a comunicarse, “Oh, mierda. Mi colega dice que dentro de esta porquería hay un hombre… ¿Estás segura?” Volvió a cortar, “Ultrasonido, dice que hizo un rápido examen con ultrasonido” “¿Está muerto?” Preguntó Caín. Entonces se escuchó la voz de Quci por el comunicador, “Es muy probable, señor, detecto una masa andromorfa en el interior, pero se puede deducir que está seriamente dañada, incompleta y sin señales de vida que pueda detectar” “Me parece que el tipo fue la cena de una descendencia numerosa” Agregó Vilma, dentro de la misma comunicación, “Bueno, creo que ya encontramos a uno de los sacerdotes, solo nos quedan dieciséis” Comentó Marcus distraídamente. “Tenemos una idea para continuar. Te hablo luego” Vilma cortó. Habían pasado tres meses desde la desaparición de los sacerdotes y cierto era que las posibilidades de encontrar alguno con vida, que no hubiese sido capaz de regresar por sus propios medios, eran más que escasas, por lo que aquello nunca había sido una misión de rescate en realidad, más bien era una de exterminio, el problema, era que nadie sabía contra qué debían enfrentarse, ni su tamaño, ni su fuerza, y era muy importante averiguarlo antes de que fuera demasiado tarde.



Mientras Quci sujetaba el nido con su nada despreciable fuerza física, Vilma cortaba parte de los tirantes que lo sujetaban para balancearlo a un lado suavemente y darle suficiente espacio a Beatrice para pasar. El problema con usar el cañón, era que destruiría el nido fácilmente, junto con el cadáver en su interior y la pared que estaba más allá, generando nuevos escombros, y de paso dañaría el árbol, aunque esto último era algo que no le preocupaba particularmente a Vilma. “¿Crees que hayan más como este?” Preguntó la chica, reanudando su monótono recorrido y alzando la voz por sobre el persistente rugido de Beatrice. Quci parecía más interesada en vigilar los alrededores ahora, “Es probable” Respondió escuetamente, “¡Esa no es una respuesta!” Se quejó Vilma, pero a Quci le parecía que sí lo era. “¿Crees que lo que construyó ese nido y mató a ese hombre salió del huevo de dragón?” Preguntó el androide a su vez. Luego de varios segundos, la chica respondió al fin “Es probable” Sintiéndose conforme y dejando conforme al robot tras ella. Exactamente nueve minutos después, cuando parecía que la cima del árbol estaba al alcance de la vista, el camino volvía a aparecer bloqueado por un nido, solo que este era al menos cinco veces más grande que el anterior, parecía como si algo cremoso y viscoso se hubiese esparramado sobre la ruta y solidificado, como si una criatura colosal se hubiese defecado en el camino. También estaba cubierto de agujeros, pero muchos de estos aún estaban tapados. “Apague el motor del vehículo” Rogó Quci. A Vilma esa no le parecía una buena idea, solo mantener el motor de Beatrice encendido podía hacer una gran diferencia al momento de huir del peligro, pero el robot insistió, y a la chica le pareció que no lo hacía en vano. Apagó el motor. “¿Los oye?” Preguntó Quci, y Vilma comenzó a asentir cada vez de forma más enérgica. En la oscuridad de la bóveda sobre sus cabezas se podía oír el zumbido casi eléctrico de una multitud de rígidas alas vibrando a una velocidad vertiginosa. Se podía suponer que era allí donde se agrupaban las crías que salían de los huevos cuando acababan con el cadáver que mamá les había dejado.



...Entonces esa cosa te coge y te mete dentro de un capullo en el que pone sus huevos para que sus larvas se alimenten de ti” Repasaba Marcus mientras descendían por una escala hacia una plataforma especialmente robusta conectada a un amplio túnel incrustado en el árbol hace mucho tiempo, tanto que la corteza del árbol había crecido hasta acogerlo con naturalidad. El túnel estaba cerrado con una sólida puerta metálica de las que ascienden y descienden empotradas en dos rieles verticales con un sencillo mecanismo de dos botones. Caín respiró hondo, estaban los restos decapitados de un hombre allí tirados, con las costillas al aire y los miembros destrozados, como un cadáver encontrado por una panda de carroñeros. Casi se podía ver al tipo desesperado, aterrado corriendo hacia el túnel, mientras la puerta de este se cerraba ante sus ojos, dejándolo solo e indefenso frente a un enemigo numeroso y hambriento. Eso comentaban los hombres, cuando un ruido muy leve llamó su atención, no era imaginado, ambos lo oyeron, tenue como el tropezar de una rata en la noche. Venía de un rincón con insumos acumulados para operar la grúa, sacos, bidones y barriles. Caín se acercó para revisar, Marcus le seguía de cerca con su arma apoyada en el hombro y su ojo en la mira. No tardaron en encontrar el origen del ruido. Dentro de uno de los barriles había un hombre oculto, más bien un muchacho que apenas pasaría de los quince años, un aspirante a sacerdote, quizá. El chico enseñó sus manos indefenso dando excusas y explicaciones sin parar, asustado, en un idioma extraño, abrupto, y que abusaba demasiado de las consonantes.

León Faras.

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