domingo, 31 de agosto de 2025

Lágrimas de Rimos. Tercera parte.

 

107.



Bacho no podía encontrar ni a su hermano ni a su supuesta cita, y era lógico, si a estas alturas podían estar metidos en cualquier parte, porque el muchacho que se suponía debía averiguarlo, y al que le dio dinero para hacerlo, era un inútil de primera. Dan intentaba sonreír y mantener la postura de confianza a pesar de todo. La actitud era lo más importante, sobre todo junto a un energúmeno como al que acompañaba. “Estoy seguro de que el señor Yan sabe lo que hace, usted no debería…” Aconsejaba, cuando de pronto vio una silueta conocida que estiraba el cogote desde una esquina como queriendo alcanzar a ver algo sin atreverse a ser vista. “Esa, es la mejor amiga de Lorina.” Señaló con el dedo Dan, hambriento de dar información útil. Bacho arrugó todo el rostro para aguzar la vista, pero luego lo desarrugó con un suspiro de hastío al reconocer de quién se trataba. “¡Ella sabrá algo!” Dijo el chico, apurando el paso, cosa que a Bacho no entusiasmó de inmediato.



Cípora dio un respingo en cuanto el muchacho la tocó en el hombro, y luego de invocar a todas las deidades para que le devolvieran el alma al cuerpo, le ofreció cruzarle la cara de una bofetada de revés por semejante susto, pero pronto su enfado se volvió frialdad en cuanto vio a Bacho aparecer y esa frialdad se volvió fastidio cuando vio la cara que puso el hombre al verla. “Ah, pero miren quién anda por aquí, si es el señor Muy Encantador.” Dijo la mujer, con cinismo en el tono y desprecio en el gesto. Bacho apretó los labios. Esa discusión ya la habían tenido y ahora comenzaba otra vez. “¡Ya te dije que solo lo olvidé! ¡Pero tú también lo olvidaste! Por algo habrá sido que la señorita se olvidó de cobrarle al señor encantador, ¿no?” Cípora abrió tremendos ojos, como si le estuvieran colando tamaño embuste. “¡Ah claro! Cómo una no va a perder la cabeza ante semejante dechado de belleza masculina y olor a sobaco.” Exclamó. Bacho imploró paciencia. “Tampoco es que tú andes por ahí deslumbrando a la gente con tu beldad, bella mía.” Le respondió el otro en defensa propia. “¡Ja! Como si tú pudieras apreciar algo de eso.” Replicó la otra, y así durante un rato, mientras que Dan, parado en medio, solo miraba de un lado al otro sin comprender el porqué y sin que pudiera intervenir tampoco. Entonces decidió echar un vistazo en la dirección en la que Cípora miraba antes, y allí estaban, bajo el árbol en el que se habían conocido: el señor Yan y Lorina, parados muy cerca el uno del otro, mirándose a los ojos con romántica insistencia. Dan le gritó entusiasmado a su jefe y éste otra vez tuvo que arrugarse todo para ver mejor a la distancia, pero aun así no pudo identificar a la chica. “Esa es la Lorina de la que le hablé…” Le aclaró Dan. Bacho tardó un par de segundos en comprender, pero en cuanto lo hizo se dirigió a Cípora indignado: “¿Es esa tu amiga, la puta coja!” Le reprochó, señalándola. Cípora se enderezó como un lagarto defendiendo su territorio de otro. “¿Y a ti eso qué te importa?” Le espetó, mirándolo de arriba abajo. Bacho replicó que también le importaba porque se trataba de su hermano, y Cípora se agarró el pecho fingiendo un infarto. “¿Ese es tu hermano, el chiflado! ¿El que está mal de la cabeza!” Preguntó horrorizada, para luego sobarse el cuello con aire dramático, como si le costara respirar. “Pobre de mi amiga… y iba tan ilusionada. Ese loco no solo le partirá el corazón, quién sabe qué cosas más es capaz de hacerle…” Recitaba, mientras se convencía a sí misma de que debía intervenir, pero Bacho la detuvo con una mano en su hombro. “Mi hermano no le hará nada malo, él no es así…” Le dijo, con una seriedad que le quedaba un poco artificial, pero que Cípora aceptó, aunque con algo de recelo. “Espero que tengas razón, porque Lorina es una buena chica… buena como pocas.” Bacho se quedó mirando a la pareja a lo lejos con una mueca forzada en la cara. “Está loco, es cierto, pero es un buen hombre también… mucho mejor que yo.” Dijo, siendo honesto como pocas veces en toda su vida. Cípora miraba en la misma dirección y con idéntica mueca en el rostro. “Lorina es la peor prostituta que haya conocido en mi vida, pero es la mejor en todo lo demás.” Admitió, devolviendo el gesto de honestidad recibido. Luego de un rato de incómodo silencio, el hombre comentó. “¿Qué se supone que hacen. Sólo están parados ahí mirándose?” Cípora pensaba exactamente lo mismo en ese momento. “Llevan un montón de tiempo así y apenas se han tocado las manos.” Casi dos o tres minutos después, la situación no había cambiado en nada. “Creo que estarán bien si los dejamos solos…” Comentó Bacho, y agregó luego. “¿No quieres algo de beber?” Sugirió, con el ceño arrugado, solemne, pretendiendo dejar todo en el pasado y comenzar de cero. Cípora sí quería, y francamente el espectáculo estaba demasiado aburrido como para quedarse. “Me encantaría un huevo rosa.” Respondió ella, empezando a caminar. Bacho sonrió. “Mi bebida favorita.” Dijo él, siguiendo a la mujer e ignorando completamente a Dan como si no existiera. El chico se quedó ahí, queriendo creer que su trabajo ya estaba terminado y que ya no tenía más negocios que lo ligaran al señor Yan o al energúmeno de su hermano. Estaba cansado de eso. Había personas a las que le encantaba servir porque eran gente amable, generosa y reconocían su trabajo, pero otras, la mayoría para su desgracia, lo trataban como basura, sintiendo que podían hacerle o decirle cualquier cosa porque estaban dándole su dinero, sin embargo, los peores eran los que se negaban a pagar lo acordado. Estaba harto de servir a esa gente y soñaba con su propio negocio y uno bueno que oía mucho desde hace tiempo, era la necesidad del carbón para Rimos, sencillamente no tenía fin. Sería un trabajo duro al principio, pero él era joven y podía soportarlo mientras aprendía todo lo necesario. Ese era su plan, y mientras más se topaba con gente como Bacho, más le urgía ponerlo en marcha.



León Faras.

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