miércoles, 24 de octubre de 2012

Filosofía drástica y trasnochada.

“Todo es una ilusión”, decía un maestro budista de un viejo libro que leí hace poco, y quiero creerle, porque a veces me siento atado, cargado como una mula que lleva media tonelada de basura a ninguna parte en particular, aplastado por la insignificancia de ser una efímera partícula de algo tan grande que ni siquiera puedo ver o dimensionar sin que pueda llegar a ser una parte importante o gravitante dentro de lo que quiera que sea aquello, solo, envuelto en ese individualismo irrompible que significa saber que eres uno y nunca podrás alcanzar algo más que eso, de que una multitud no necesariamente es compañía, y de que la compañía misma es tan frágil como los sentimientos que genera, aun cuando ese sentimiento parezca inmenso. Cuanto de lo poco que tengo y de lo poco que sé, que me he esmerado en saber me es realmente útil, muchas veces uno se topa con la perturbadora idea de que lo importante es insignificante y luego esa misma idea se da vuelta, que lo pequeño y simple es lo que realmente importa, pero nada de eso es completamente correcto, porque todo depende de que lado del río estés, todo es relativo, ¿no?, la tierra es enorme hasta que ves el real tamaño del sol, y este es una vulgar brasa si lo comparas con Antares, lo mismo con mis problemas, mis sueños, mis necesidades… es una estupidez, pero cada vez que quiero darme el gusto de sentir que no estoy bien en algún sentido, me asalta esa gastada y manoseada frase de que ”hay quienes están mucho peor”, ok, lo entiendo, pero luego miras a un lado y te das cuenta que tú eres el único buitre parado aún en el solitario árbol mientras los demás se pelean por el mejor trozo de la carroña, y los que “están peor”…bueno sabes que existen, aunque ninguno de esos buitres lleva un cartel en la cabeza que te lo indique, engullir es la única norma, como patéticos agujeros negros incapaces de tragar más de lo que sus estómagos resisten y obligados a acumular, para no caer en la categoría de los que “no tiene ni donde caerse muertos”, dirás que eso solo se remite a la condición de lo material, de lo tangible, pero podemos ir más allá, si quieres, podemos pensar que nuestro más grande y puro sentimiento no es más que una egoísta necesidad, quien se atreve a pensar que el amor más grande, como el que se le da a un hijo, por ejemplo, es un sentimiento biológico y evolutivamente IMPUESTO para proteger y así asegurar la continuidad de la especie, pura química orgánica, casi suena a pecado, pero muchas especies no lo tienen, y la técnica es simplemente procrear más de lo que el ambiente es capaz de destruir, las tortugas marinas por ejemplo, perdón por lo frío que voy a decir, pero, uno amaría igual a sus hijos si simplemente en vez de tener unos pocos a lo largo de nuestra vida, estuviésemos capacitados para tener miles, la madre naturaleza no siempre comparte ni comprende nuestros sentimientos e inexorablemente estamos unidos a ella, ahhh… el amor, el amor, a veces pienso que no es más que la constante lucha contra ese intrínseco sentimiento de soledad propio de cada uno de nosotros, porque, para qué amamos si no es para sentirnos amados, quien no ama deseando, anhelando que lo amado nos ame, podemos hablar de amor desinteresado, pero hasta que punto ese amor desinteresado es realmente por decisión propia, y no es lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida, basta con enterarse de que muchas, muchísimas personas son incapaces de amar de la misma manera porque su vida ha sido carente de enseñanzas en ese aspecto, y entonces lo que amas no es más que lo que te han enseñado a amar. Si te enteraras de que aquel ideal soñado, esa perfección personificada depositaria de todos los buenos sentimientos de los que te sientes capas de entregar no es más que el residuo de años acumulando ideas, parámetros, seca y fría información; si te enteraras que tus parangones de belleza, de conducta, de riqueza (incluso si no los tienes) son información acumulada desde tu más tierna infancia; si te enteraras que los sentimientos son solo una respuesta de tu cerebro hacia lo que, según le han enseñado, es bienvenido o mal venido, entonces, los sentimientos carecen de valor, por eso, y ahora lo veo, las religiones pregonan amar incluso aquello que desprecias o que te desprecia, porque si no, es como no amar nada. Me gustaría que alguien me dijera, así, a ciencia cierta, cuantas de las certezas a las que me aferro son naturales y cuantas artificiales, entiéndase, fabricadas por el hombre, por ejemplo, quien tiene la certeza de que la maldad es maldad y la bondad es bondad si desconoce los resultados de estas, quien tiene la certeza de que los sueños se cumplen si la mayoría son olvidados, de que aquello último que compré o que compraste realmente lo necesitabas, de que tengo que ir al trabajo todos los días, de que tengo que comer balanceado o dejar de fumar, de que una vida sana te hará vivir más o mejor, de que si engordas eres menos atractivo para quien sea que deba encontrarte atractivo, de que el total de las enfermedades son reales, de que estamos destruyendo el planeta, de que somos libres, de que somos pobres o ricos, de que lo que ves, es lo que es. Una vez oí una historia sobre un pollo que salía temprano en la mañana a recorrer el campo y una vaca…bueno…lo cagaba. Pero el pollo sintió que ya no tenía frío, que estaba cómodo y abrigado ahí, dentro de la bosta, pero luego vino un cernícalo, jote, halcón o algo así, y lo sacó de donde estaba para comérselo… bueno, la moraleja es que no siempre el que te caga te hace un daño y no siempre el que te saca de la mierda es para ayudarte…esto solo me confunde más… a que atenerse entonces, si Dios debe sonreírse al enterarse de mis necesidades absurdas y patéticas, y no menos de mis problemas y aflicciones, eso si Dios existe, cosa que no voy a cuestionar, no por temor, si no por ignorancia hacia el real concepto de lo que es Dios por sobre el que me han dibujado…el viejo pascuero o papá Noel o como lo llamen, todos sabemos que no existe, pero cualquiera puede serlo para uno o dos niños en navidad, Dios es lo mismo, pero todos los días. Me atengo a la ignorancia, mi ignorancia es mi única certeza, es lo único que tengo y estudio y aprendo solo para verla con mayor claridad, para dimensionarla sin nunca lograr hacerlo del todo, eso me lleva al punto, paradójico por cierto, de que, mientras más ignorante me siento, por ende mejor soy, hasta el paroxismo, o sea un iluminado, no me miren así, seguramente Buda, Cristo o Mahoma eran completamente ignorantes. 


 León Faras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario