Pocos han de ser los enemigos
que en tu nombre he de doblegar
si tu exquisita belleza ha de igualar
las hazañas que tu servidor ha pretendido
A todos ellos postraré a tus pies
derrotados y sometidos a tu escrutinio
arrepentidos y humildes como un niño
cuya travesura no volverá a cometer.
He oído de torvos gigantes
cuya sola existencia ofende tu beldad
atrevidos, se jactan de su maldad
serán polvo bajo los cascos de Rocinante
Lucharé hasta gastar mi último aliento
solo para enaltecer tu inmaculado nombre
y que ningún impertinente en sombre
tu rutilancia, ineluctable como el viento.
León Faras.
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