lunes, 5 de diciembre de 2011

Borracho circunstancial.

Como ahogo tu voz, tu promesa
en esta larga y maldita noche.
Un odio artificial me embarga
creado en una fábula sin moraleja,
para suprimir un amor dilapidado
que ya no es bienvenido por ti.

Solo uno más, hasta que tu rostro
desaparezca del reflejo de mi vaso,
o hasta que se borren tus huellas
aún frescas en mi alma aturdida.
Me detendré cuando tu traición
deje de escupir dentro de mi pecho.

Otro más para intoxicar este amor
antes que se vuelva odio irrefrenable,
o para iluminar este agujero
en el que has sepultado mi dignidad
dejando como lápida una sucia postal
sacada de un motel de mala muerte.

Bebo para tragarme los adjetivos
del diccionario de los despechados,
porque me duele lo que ahora pienso de ti
y para diluir la sangre que emana
oscura y nauseabunda desde la herida
que tu puñal descarado me dejó.

Sólo pienso en naufragar esta noche
en insultar a la luna que me llevó a ti.

Esta noche no volveré a tu lado,
temo que tus recuerdos sean
más fuertes que mis extremidades.
El piadoso y húmedo pavimento
será lecho más acogedor
que tu delicioso e insultante aroma.


León Faras.

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