lunes, 30 de julio de 2012

La Prisionera y la Reina. Capítulo uno.

II.

La pesada puerta de madera de tres pulgadas de grosor se abrió con un horrible quejido debido al óxido acumulado en los goznes, el mismo problema que presentaban todos los metales presente en las catacumbas. La sucia escalera de piedra que descendía mostraba una humedad evidente al igual que las paredes de tierra, las cuales sudaban gotas de agua que al tomar peso corrían para ser absorbidas nuevamente al llegar al piso. Si ya la oscuridad era densa en las celdas, abajo era absoluta, hacia donde Oram se dirigía seguido de Rávaro, quien ya no presentaba esa expresión de obscena satisfacción en su rostro, si no más bien de serena pasividad. La antorcha que llevaban iluminaba los numerosos peldaños sin que lograra llegar al fondo de aquel agujero, de las paredes y del techo, las numerosas raíces que se asomaban, proyectaban tétricas y temblorosas sombras que se movían con brusquedad, alargándose, encogiéndose y saltando de un lugar a otro, como si fueran los fantasmas ignorados de los numerosos atormentados en esas profundidades, el hedor que provenía desde abajo, acumulado en aquel encierro, era tan intenso como para descomponer a cualquiera, parecía como si descendieran hacia el fondo del estómago de un buitre, pero para los dos hombres aquello no pasaba de ser un detalle más de su rutina. Una vez abajo, la habitación se iba iluminando en la medida que el jefe de los guardias caminaba, pasó junto a una cruz de gruesos maderos posicionada horizontalmente a la altura de la cintura con gruesas correas de cuero en cada uno de sus extremos, al llegar junto a la pared alargó la antorcha y la llama de esta se dividió en dos, la que se quedó junto a la pared dejaba ver bajo ella la manchada superficie de un mesón de tosca estructura cubierto de herramientas y artilugios destinados a provocar dolor físico, ganchos, cierras y punzones entre otras cosas, reposaban allí, mientras Oram avanzaba rumbo al otro extremo, las cadenas y cuerdas que colgaban del techo aparecían y se escondían en la penumbra, algunas meciéndose sin razón aparente. La llama volvió a dividirse, develando extrañas máquinas formadas por madera, cuerdas y correas que iban adornando el sórdido habitáculo. Rávaro avanzó tras el corpulento guardia que ya encendía las antorchas del extremo más alejado de la entrada, para iluminar una jaula en forma de cubo que no superaba el metro de altura y en su interior una mujer, increíblemente delgada y sucia, parecía estar en un estado de trance, en un sueño consciente, con los ojos cerrados murmurando ininteligibles diálogos con personajes ficticios, que a ratos le asustaban y a ratos le hacían reír, totalmente alejada de una realidad que seguramente no soportaría. 

Hace muchos años, una mujer cuyo nombre ya nadie recuerda, sufrió la pérdida del hombre que ella más había amado en toda su corta vida, para cuando pudo rehacerla, juró no volver a pasar por lo mismo, y recurrió a los místicos quienes obraron sobre ella y sobre siete generaciones de su descendencia, un conjuro que atara las vidas de los amantes, si uno moría, el otro también lo haría. Para esta mujer el resultado fue el esperado y no volvió a pasar por el mismo sufrimiento, pero para muchas de sus descendientes, aquel conjuro se convirtió en una maldición digna de ocultar por razones obvias. Ahora Rávaro temía por su vida, la mujer dentro de la jaula estaba maldita, y él, ignorante de aquello, la había tomado como amante. Luego se enteró de que aquel acto había sido a propósito para eliminarlo. Aunque la mujer aseguró haber actuado sola, y con razones más que suficientes, él aún sospechaba de una conspiración en su contra, por lo que no dudó en encerrarla donde nunca la encontraran y mantenerla drogada para que no cumpliera su promesa de quitarse la vida.


León Faras.

2 comentarios:

  1. ¬¬° uhmm...hay una parte que no entiendo, ya sé que todavía no es el final pero...bueno, dejaré que avance para hilar mejor. Saludos por acá!!

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  2. Hola Belce...tal vez sea que la explicación venga con el avance de la historia...pero también puede ser un error mio...igual, me puedes contar si quieres...

    Saludos y un abrazo!!.

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