IV.
Alan
decidió caminar de regreso, su conversación con su viejo amigo Manuel, en vez
de aliviarlo como siempre, le había dejado un problema, era el único con el que
podía hablar sin tener que comenzar todo de nuevo una y otra vez, bueno, el
único vivo en estricto rigor, y además su amigo, lo conocía desde que él era
joven, ambos eran jóvenes, pero él aún no se suicidaba. No lo podía ayudar, si
la chica estaba allí todavía como el viejo aseguraba, entonces su muerte no
había sido un accidente como creían, hablando de la muerte, los accidentes no
existen, no son más que herramientas en las hábiles manos de la vida, una
vida más allá de la existencia de la carne, si te vas, es porque debías morir,
si te quedas, es porque no era tu momento, lo que significa que te quitaron (o
te quitaste) la vida antes de tiempo, no por un accidente. Si la chica estaba
vagando por la población, encendiendo luces y televisores como decían, y no se suicidó, entonces la mataron, no podía
ser de otra forma. Pero él no podía hacer nada. Una persona en las condiciones
de ella es practicamente incontactable, si es que este término existe, él mismo
después de su suicidio permaneció treinta y ocho años absolutamente solo sin
poder percibir ninguna forma de vida excepto los gatos, algo anormal tienen
esos animales, pero estuvo todo ese tiempo en un mundo sin plantas, ni
animales, ni personas de ningún tipo, por lo menos no que él pudiera ver, ni
oler, ni oír, a excepción de los gatos, pero eso a ellos les importa un carajo.
Casi cuarenta años penando en el que era su hogar y todavía ahora hay
quienes dicen que aún lo escuchan cuando hace rato que dejó de ser un fantasma
para convertirse en un materializado. Él no tenía como saber donde estaba esa
chica al igual que ella sería incapaz de verlo a él hasta que el cuerpo
inmaterial de ella estuviera listo y volviera a percibir la realidad como su
cuerpo de carne y hueso lo hacía, cosa que sucedía con todos los seres humanos
de manera natural. Una vez estando listo el cuerpo inmaterial este tomaba el
lugar del cuerpo material provocándose el fenómeno que conocemos como muerte y
hacemos el paso al otro lado sin ningún contratiempo, excepto cuando este
cambio se produce antes de tiempo, y eso sucede solo con un suicidio o un
asesinato. El problema era que para que su cuerpo inmaterial estuviera listo
podía pasar una cantidad de tiempo indeterminable, unas personas no alcanzaban
a usar siquiera su cuerpo material, otros lo conservaban por más de cien años, esa
era otra cosa que no se podía saber. Por lo pronto, lo único que podía hacer
era averiguar si realmente aquella chica estaba penando en el lugar de su
muerte, y así determinar que se trataba de asesinato y no de un accidente como
se creía, cosa que se podía saber sin ninguna duda aunque nadie le creería a un
materializado como él, tal vez Manuel, pero incluso a él tendría que
presentarle pruebas.
Alan
estaba muerto, su suicidio había terminado con su cuerpo material treinta y
ocho años antes de que su cuerpo inmaterial estuviese listo, aguardó esos
treinta y ocho años y cuando estuvo listo para irse, supo que su hijo aún
estaba en el trance de un cuerpo a otro, su hijo pequeño pasando por la misma
soledad que había pasado él, se sentía tan adolorido y culpable como en el
momento en que se disparo en la cabeza y se negó con todas sus fuerzas a irse, cosa
que es posible hacer bajo su propio riesgo. Su estadía aquí ha ido materializando
paulatinamente su cuerpo inmaterial con el riesgo de que mientras más días
pasen más difícil le será irse algún día, cuando a su hijo le llegue el momento
y mientras tanto debe resignarse a vivir sin permanecer en la mente de nadie,
salvo algunos fantasmas que aún no se han ido y tampoco se han materializado y
Manuel, un viejo con un don incapaz de ser visto como tal.
León Faras.
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