lunes, 7 de noviembre de 2011

El aroma.

Creí que los aromas agradables eran aquellos que emanaban de las cosas que podía comer, eso es lo que siempre me enseñaron, eso y otras cosas que aprendí por mi cuenta, hasta que descubrí un nuevo olor que me cautivó, lo había sentido antes pero lo reconocí el mismo día en que me quedé solo, en que mi vida en las calles comenzó. Desde entonces lo busco por la ciudad y me quedo junto a él hasta que desaparece, nunca dura demasiado. Cualquier criatura viva lo puede tener pero mi favorito es el de las personas. Así fue como encontré a aquel tipo sentado en la plaza, el olor era tan fuerte en él que me pareció irresistible. Me senté a su lado, ignorándolo un poco para no molestarle, soy un viejo de quince años que nadie acepta de buena gana, además mi aspecto no es el mejor desde que no tengo casa. Al principio aquel tipo pareció amigable, incluso me dirigió algunas palabras que no entendí, luego pareció incomodarse con mi presencia cuando una chica llegó a acompañarle, a ella tal vez no le caí bien, pues su actitud fue como si le fuera a contagiar mi aspecto, también le ignore, ella olía como cualquier otro, pero eso no le gustó, porque junto con el tipo del olor comenzaron a correrme, sin embargo su aroma era tan intenso que aún podía sentirlo desde lejos. En ese momento el aroma se acabaría, cuando una mujer y un niño pasaron por enfrente de aquella pareja y del bolso de la mujer cayó un papel, el hombre del aroma se paró sigiloso y lo recogió, eso le puso feliz, tanto que reía y canturreaba en voz baja mostrándole el papel a la chica que le acompañaba, esta por el contrario parecía estar en contra, discutieron un poco, pero él no disminuía su felicidad, comenzó a retroceder con el papel en alto donde la mujer no podía alcanzarlo. No vio la luz que rápido se aproximaba y el bocinazo llego tarde a sus oídos, un vehículo le impactó tan fuerte que lo elevó por los aires, deteniendo su corazón en el acto y enviándolo cerca de donde yo estaba, el olor había desaparecido…nunca duraba demasiado…

Ya no había nada más para mi en aquel sitio, lentamente me alejé en busca de un lugar donde pasar la noche. Seguir al aroma es lo sé hacer, después de todo, solo soy un perro vago.

No hay comentarios:

Publicar un comentario