VI.
Ángelo
Valdés y Gustavo Fuentes eran vecinos y amigos de niños pero se habían
distanciado con el tiempo, Laura sospechaba que ella había sido el motivo y no
estaba tan equivocada, a Ángelo le gustó ella siempre y nunca dijo nada, por
otra parte, Gustavo sin ningún interés especial simplemente probó suerte con
Laura, a ella le pareció atractivo en ese momento y comenzaron a andar, nunca
llegaron a ser novios propiamente tal, si no, más como amigos que juegan a ser
novios y así continuaron.
Laura viajaba en el microbús de
regreso a casa, como siempre, la Marisol la había acompañado hasta el paradero,
le quedaba de camino y siempre lo hacía, pero ese día sin razón que Laura
supiera, se quedó con ella hasta que el bus llegó. Iba poca gente a esa hora,
con un rápido vistazo vio que Ángelo Valdés venía sentado en uno de los
asientos de atrás, no era raro encontrarlo en distintos puntos de la ciudad,
nunca trabajaba en un solo sitio, ella se sentó tras el chofer, prefería el
primer asiento del lado de la puerta, pero iba ocupado por un señor que al
parecer dormía, usaba el pelo muy corto y cara de pocos amigos, tal vez un
guardia de seguridad o algún uniformado en su día libre, era la impresión que
daba. Comenzaba a relajarse y a cerrar los ojos cuando le sonó el teléfono
celular, la llamaba su novio para preguntarle donde estaba, a ella no le gustó
el tono de la pregunta pero respondió escuetamente que se encontraba en el bus,
ni donde ni en cual, Gustavo asumió el resto y le dijo que la esperaba en la
población. Laura colgó. Habían ciertas cosas que había descubierto con el
tiempo de su novio que no le gustaban, una de esas era ese tono cortante y
autoritario que usaba, como para mostrar que estaba molesto, como si la gente
debía enterarse y tener precaución cuando él estaba molesto, como si ella debía
adoptar cierta aptitud por el hecho de que a su novio le había parecido mal
algo, lo cual era muy inmaduro, pero peor eran las tontas razones de él para
enfadarse, no era un tipo violento y Laura no le tenía miedo, pero era
demasiado inseguro y cualquier rumor o comentario de inmediato lo envolvía y lo
preocupaba de forma exagerada, luego quería que las cosas se hiciesen a su
manera y como Laura no pretendía obedecerle incondicionalmente, se producían
problemas que no quebraban la relación solo porque esta no tenía ninguna
firmeza, es difícil quebrar algo que es blando y fláccido, incluso metafóricamente
hablando. En pocos minutos Laura se había relajado nuevamente y volvía a cerrar
los ojos, nunca más los volvería a abrir. El bus continuó su camino sin
contratiempos y se encaminó rumbo a la población, pasaba justo por fuera de
esta, se detuvo en la esquina, Laura dormía el sueño programado de los que
viajan a menudo, la llamada de Gustavo había retrasado todo su itinerario biológico y no
había despertado a esas alturas como siempre lo hacía, el paradero estaba a la
vuelta y Ángelo se puso de pie para bajarse, Richard Cortez, el Chavo se podía
ver allí acompañado de otros tipos más, probablemente la Macarena también
estaba, era común ver a ambos ahí, aquella era su base de operaciones para sus
negocios turbios y de baja calaña. El bus tuvo luz verde y dio la vuelta hacia
la izquierda rumbo a la parada, el chofer miró a la derecha y frenó pero
demasiado tarde, el otro vehículo venía muy rápido y no hizo ningún
amague ni de detenerse ni de evitar la colisión. El impacto dio de lleno justo
entre la puerta y el primer asiento, donde iba sentado el tipo con aspecto de
guardia, el choque fue violento y el estruendo enorme, los tipos del paradero
se fueron de inmediato, en poco tiempo se iba a llenar de policías y preguntas,
el Chavo le pasó algo a su mujer y esta se fue corriendo también, además de este,
en el paradero también estaba Gustavo Fuentes, fueron los únicos dos que se
quedaron ahí. Se iban a acercar en ese mismo momento pero la explosión del auto
los detuvo.
Ángelo
Valdés resultó con un fuerte golpe en la cabeza y unas pocas magulladuras sin
importancia, como estaba de pie, vio el auto que se aproximaba y se protegió a
medias. El cabo primero Andrés Miranda murió instantáneamente, iba sentado en
el primer asiento y recibió la totalidad del impacto, Laura Moros debido a que
iba con su cuerpo relajado y a que el golpe fue lateral, no debería haber
sufrido heridas de gravedad ni letales, pero fue encontrada muerta por los
bomberos y equipos de emergencia, tenía una herida en su costado que le había
atravesado el corazón, luego se supo que se trataba de una herida de bala, el
arma fue encontrada de inmediato, pertenecía al cabo Miranda, era su arma de
servicio y estaba tirada en el mismo bus. No tenía más huellas por lo que
finalmente se dedujo que el arma se había disparado accidentalmente y el
proyectil había impactado a Laura de forma fatal y fortuita.
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