XII.
Laura
comenzó a relajarse y a disfrutar de su paseo en bus hasta que se puso cómoda,
se sentó junto a la ventanilla y desde ahí observaba como desfilaban casas y
negocios, plazas y parques, edificios y vehículos estacionados por todas
partes, nada de personas ni animales ni otros vehículos en movimiento, aunque
eso ya casi no le perturbaba tanto como al principio, comenzaba a acostumbrarse.
De tanto en tanto, el microbús en que viajaba se orillaba, se detenía, abría
sus puertas y luego continuaba, la chica imaginaba a las personas que
presumiblemente subían o bajaban en ese momento y eso le divertía, también
verse en pijama viajando en bus, imaginó que de pronto todo volviera a la
normalidad y todo el mundo la pudiera ver en esa facha, eso la hizo reír
suavemente, pero en realidad no esperaba que sucediera.
En
una esquina el bus se detuvo y no volvió a moverse, no se orilló, solo se
detuvo en plena calle, pasaron un par de minutos en que Laura esperó, pensó que
tal vez se trataría de algún desperfecto mecánico pero las cosas seguían igual,
varios otros vehículos se acumulaban a su lado detenidos, no los veía llegar,
solo los veía cuando se detenían y no volvían a moverse, algo raro sucedía sin
duda, las puertas del bus se abrieron, al parecer el viaje había terminado,
pensó la chica, y no se reanudaría muy pronto. Laura se bajó y pudo ver un
embotellamiento larguísimo en aquella
esquina, desde su lado y de los que venían del otro lado para virar en la misma
avenida, miró a su rededor y solo vio autos atascados y apretujados con espacio
entre ellos apenas para no tocarse, se coló hasta la orilla donde podía caminar
con más soltura y comenzó a avanzar hasta que lo primero que vio fue las luces
de colores de los autos de policía que bloqueaban el camino, un accidente,
pensó Laura y siguió acercándose expectante, estacionados a un lado de la
policía vio las ambulancias, dos de ellas estaban allí completamente abiertas y
con sus balizas encendidas igual que los vehículos policiales, habían varias camillas
y todo el piso estaba mojado recientemente, mucho más que por la lluvia de la
noche anterior, finalmente vio los camiones de bomberos que apuntaban a un
edificio de apartamentos no demasiado alto que se quemaba en su tercer piso y
hacia arriba, las llamas salían por las ventanas y el humo, que teñía las
paredes de negro, era arrastrado por el viento que ella no sentía en dirección
contraria, en ese momento había un verdadero caos a su rededor, las cosas
aparecían y desaparecían en la medida que se quedaban inertes o
alguien les daba vida moviéndolas, escaleras, escombros, mangueras, todo lo
podía ver mientras no estuvieran en manos de alguien, sin embargo se trataba de
un caos silencioso y tranquilo para ella, un caos sin vida.
Decidió
entrar en el edificio, no eran como aquel donde ella vivía, que tenían las
escaleras por fuera, estas eran interiores, pero las puertas estaban abiertas de
par en par y entró con precaución, la planta baja lucía con total normalidad,
como si nada sucediera en los pisos de arriba, un par de mangueras enormes
subían las escaleras, había bastante agua y un par de puertas abiertas de los
apartamentos, Laura caminó hasta la escalera, instintivamente llevó una mano a
la pared para apoyarse al subir pero la retiró antes de tocarla, una mano
ensangrentada se había apoyado ahí y la mancha la acusaba perfectamente, hizo
una mueca y miró hacia arriba como queriendo encontrar algo, pero todo estaba
tan tranquilo como siempre por lo que siguió subiendo, pero esta vez, sin
intentar tocar nada, en el segundo piso ya se veía bastante humo, las puertas
de los departamentos en su mayoría estaban abiertas y se podía ver el interior
de esas viviendas forzosamente abandonadas, pero ella no sentía nada, ni el
calor que dentro del edificio era sofocante, ni el fuerte olor del humo cuando
quema plásticos, telas y todo tipo de materiales orgánicos e inorgánicos y que
asfixiaba sin piedad dentro de ese encierro en el que estaba, aparte de eso,
aún se veía todo estable y relativamente normal, el humo que había allí venía
desde arriba y era en el siguiente piso donde el incendio estaba declarado. La
chica siguió subiendo casi con timidez, había mucha agua por todas partes y
además polvo de extintores en paredes y suelo, el humo casi no dejaba ver por
lo denso y oscuro que era aunque no le afectara más allá de no dejarla ver con
claridad, desde donde estaba podía ver las habitaciones con sus muebles y
cortinas convertidas en bolas de fuego, como
una niña perdida que se despierta y sale en pijama a ver qué sucede, así caminaba
Laura, lentamente y sorprendida, con toda su atención puesta en lo que veía y
que era nuevo y alucinante, era un espectáculo que en condiciones normales le
causaría pánico y bastante daño físico así como andaba pero en su estado tan
particular podía ver todo con total confianza y sin ninguna incomodidad. Fue en
ese momento cuando dentro del abundante humo que salía por la puerta de un
departamento, le pareció ver algo, como si una parte del humo hubiera tomado
una forma específica, la forma de un rostro humano, incluso con parte de su
cuerpo dentro de lo que el humo podía mostrar, solo duró un segundo pero le
quedó grabado en la retina a la chica que se quedó de pie frente a ese umbral, le
dio la impresión de que era la cara de un hombre maduro, de expresión seria,
ceñuda, pero tranquila, y por más que miró con insistencia no lo volvió a ver, había
humo por todas partes pero solo ahí había visto algo tan asombroso y decidió
entrar. Ni siquiera contuvo su respiración para atravesar el denso y oscuro
humo que inundaba todo en ese momento, pasó con los ojos bien abiertos y una
vez que las cosas se aclararon un poco la chica se detuvo en seco, el
departamento aquel estaba total y completamente envuelto en llamas, no había
mueble, cuadro de la pared, cortina o alfombra que no estuviera encendido, la
chica se adentró con timidez y curiosidad por ese infierno inocuo para ella, a
ratos, lenguas de fuego la acariciaban en las piernas o en la espalda sin que
ella lo notara ni su frágil pijama lo acusara, una pequeña mesa de centro
comenzaba a contagiarse del fuego que ya cubría casi por completo la alfombra
sobre la que estaba, sobre ella había un pequeño cuadro, uno de esos marcos
para fotos que venden en cualquier parte, en él aparecían una pareja de
ancianos y un niño, demasiado pequeño para ser hijo, pero con seguridad era
nieto o bisnieto, Laura le pareció que el rostro del hombre era el mismo que
acababa de ver, bueno, ese rostro de la foto se veía mucho más nítido que el
que ella había visto, continuó, la cocina era pequeña y ardía completamente, junto
a ella, una puerta de material ligero, se quemaba, estaba cerrada y por todas
sus rendijas, sobre todo por abajo, dejaba escapar denso humo negro, como si
algo le estuviera susurrando lo que debía hacer, sintió el impulso de abrir la
puerta, y lo hizo, podía hacerlo porque no estaba enterada de su muerte y aun
tenía todo el convencimiento de lo que era capaz y de lo que no, no atravesaba
la puerta como un fantasma porque no sabía que podía hacerlo, en cambio
abrirla, era a lo que estaba acostumbrada y de lo que era segura. Era un
dormitorio y estaba completamente cerrado, con lo que al abrir la puerta el
humo encerrado dentro escapó con furia y las llamas pudieron tomar una bocanada
de oxigeno que las hicieron crecer de forma violenta e intimidante, con lo que
Laura se hubiese rostizado en el instante pero nada de eso le afectaba, entró
caminando de lado, tratando de evitar las inmensas lenguas de fuego solo por
costumbre, se acercó a una ventana y la abrió, el humo se disipó un poco y pudo
ver una cama matrimonial, ardía completamente, lo mismo el closet a su lado,
los veladores y hasta la televisión, en el suelo había un montón de ropa que
también ardía, a Laura le pareció ver algo y se acercó, el humo era abrumador y
no dejaba ver mucho pero en cuanto dejó un espacio, la chica pudo distinguir lo
que temía, una mano humana se asomaba de ese bulto, aquello era una persona, un
cadáver, salió de ahí tan rápido como pudo, afuera todo estaba cubierto de los
polvos químicos de los extintores y de agua por todas partes que habían
reducido el fuego y multiplicado el humo, Laura casi no veía nada y solo la
luminosidad de algunas lejanas ventanas y de focos de fuego le ayudaban, buscó
las escaleras, un nuevo rostro diluido en el humo se le travesó golpeándola sin
que lo sintiera, lo que la obligó a frenarse instintivamente pero con un susto
de muerte, también le pareció ver un niño que corría entre la bruma pero ya no
quería saber nada más, se sentía dentro de una casa de terror de la cual ya le
urgía salir, encontró las escaleras y las bajó corriendo sin prestar atención a
nada más que a su carrera desenfrenada, hasta alcanzar la calle y alejarse de
ahí.
León Faras.
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