viernes, 28 de mayo de 2021

Del otro lado.

 

XLII.

 

“¿Qué cosa es esa?” Preguntó Gloria al abrir la puerta a su amigo Lorenzo Valdés, que traía en las manos un aparato seguramente fabricado antes de que ella naciera, el hombre entró confiado, seguido de su colega Mario Fuentes que traía una caja de cartón mucho más pequeña bajo el brazo y cierta sonrisita de satisfacción, “Este, es un magnetófono, Gloria, lo encontré en la feria hace un par de años, no creerás lo barato que estaba, el tipo no tenía ni idea de lo que era…” Por su cara, Gloria claramente tampoco, “Es una grabadora de sonido muy vieja” Le aclaró Mario, con aires de erudito, “Pero no es solo una grabadora…” Continuó Lorenzo, luego de reposar el aparato sobre la mesa, “…es una grabadora de EVPs” Comentó orgulloso. La mujer se quedó esperando la explicación que seguramente debía seguir a continuación, Lorenzo no la hizo esperar demasiado “Hace casi un siglo, un señor de apellido Jürgenson, estaba de vacaciones en la hacienda familiar con la intención de grabar el canto del pinzón para un estudio, pero, a pesar de que él jamás vio ni oyó a nadie, pues se encontraba solo con el ave, en sus grabaciones aparecieron voces de gente que no se lograba explicar, una de ellas en particular, la identificó sin duda, como la voz de su madre fallecida hace algunos años…” hizo una pequeña pausa para aumentar el dramatismo a su historia, que fue aprovechada por su compañero, quien no soportaba bien el suspenso, “A esas grabaciones llamó EVP, fenómenos de voz electrónica, o psicofonía” Gloria se quedó procesando todo aquello por unos segundos, “¿Me estás diciendo que esta cosa puede grabar la voz de los difuntos?” Lorenzo hizo un gesto de no estar completamente convencido, “Eso aún está en debate, pero lo que sí está muy claro, es que esas grabaciones existen, y muchos creen que vienen de un mundo espiritual más allá de la vida” Gloria no lo podía creer, pero tampoco lo quería descartar del todo, entonces intervino Mario Fuentes, dejando su caja de cartón sobre la mesa “Y nosotros, con tu permiso, claro, queremos aportar nuestras propias pruebas al debate e intentar averiguar qué es realmente todo esto, por eso…” Mario abrió la caja, dentro había un aparatito a medio camino entre un teléfono celular y un control remoto, con una pantalla pequeña de color verde y no más de cinco o seis botones, Gloria lo miró sin asombro, “No me digas que eso también es un grabador de esos EVPs” Y no era que lo estuviera asumiendo o adivinando, sino que la misma caja de cartón lo exponía con ese nombre específico para esa función específica, Mario asintió con una sonrisa, como si le estuvieran felicitando por algo, “Sí, y además este funciona con batería y trae incorporado un sensor de movimiento que funciona en trescientos sesenta grados…” Hizo evidente con un gesto el desorden de la habitación, “…si algo se mueve aquí, este aparatito se pondrá en marcha de inmediato” Luego, enseñando las palmas de las manos y haciendo alarde de profundo respeto, agregó, “No menosprecio la Vieja Escuela, pero también hay que darle una oportunidad a la modernidad, además de que estaba a un excelente precio. Todo con tu permiso, desde luego” Concluyó, acariciándose su cuidada barba, Lorenzo aprobó las palabras de su amigo con gesto circunspecto, “Por supuesto, aquí está sucediendo algo que no está bien y debemos intentar ayudar, más si se trata de una de nuestras vecinas.” Su discurso era sincero, pero eso no quitaba su interés, y el de su amigo, por la seudociencia del más allá. Gloria aceptó, últimamente estaba escuchando tantas locuras sobre el otro mundo y los muertos, que esto de tener aparatos capaces de grabar sus voces no le sonaba ya tan descabellado. Consultó su reloj solo para poder afirmar con justificación que tenía algo importante que hacer y que debía irse, así que dejó a sus dos vecinos instalando sus aparatos y se marchó, “No olviden cerrar todo cuando terminen” Les advirtió desde la puerta, lo hombres respondieron como hombres maduros y responsables, “Por supuesto, Gloria, tú ve tranquila…”

 

Aquella fue la experiencia más rara de toda su vida para Gloria, de esas cosas que no las olvidas y que de tanto en tanto tienes que narrársela a alguien. Se reunió con Olivia tal como habían acordado en una mesa de una cafetería poco concurrida a esa hora, ahí la bruja le dijo que el sacerdote no había podido acompañarla, pero que había invitado a alguien más, Gloria supuso que ese alguien más llegaría luego. Se sentaron una frente a la otra, antes de decir nada, Olivia sacó de su bolso una grabadora anticuada de las que todavía usaban cinta magnética y dejándola sobra la mesa la puso a grabar, Gloria levantó las cejas, suspicaz, qué estaba pasando con las grabadoras aquel día, que se habían vuelto tan populares, “Esto es absolutamente necesario, cuando terminemos entenderás por qué, ¿está bien?” Señaló la bruja, la mujer asintió con la cabeza, y Olivia insistió, “Dilo, que tu voz quede grabada” Gloria obedeció con gesto incómodo, entonces la bruja comenzó con un discurso de lo más extraño, lleno de frases cortadas y pausas innecesarias. Algo así como: “Tu hija no murió en un accidente… Una criatura nacida de un intenso sufrimiento ajeno… Ese momento está a punto de llegar ahora…” Y así por cinco o seis minutos, Gloria la quiso interrumpir en un par de ocasiones porque no estaba entendiendo nada de nada, pero la bruja la contenía con las palmas de las manos y continuaba su perorata incomprensible y absurda hasta que por fin se detuvo, “¿Cómo estás?” preguntó de la nada, Gloria no tenía palabras, “Más confundida que antes” Respondió un poco mosqueada, “Bien…” dijo Olivia, mientras detenía la grabación y la rebobinaba hasta el principio, “…Sé que no has entendido gran cosa, pero antes te dije que había invitado a alguien más” Gloria reconoció que así había sido, pero no podía creer que alguien más vendría a dejarle todo claro porque no había forma de que eso sucediera, “Pues ese alguien estuvo aquí y ya se ha ido…” señaló Olivia, con la parsimonia propia del que sabe que tiene una mano ganadora, Gloria en ese momento se cuestionó sinceramente la salud mental de la mujer que tenía en frente, pero no le quedó más remedio que creerle cuando la bruja puso en marcha la grabación, y se escuchó a sí misma y a la bruja y luego la voz de un hombre que completaba todos los vacíos dejados por Olivia antes, “Tu hija no murió en un accidente… Tu hija fue asesinada para endosarle un Escolta… Una criatura nacida de un intenso sufrimiento ajeno… Ella es inocente, pero el Escolta no lo sabe y la seguirá hasta alcanzarla y hacerla desaparecer… Ese momento está a punto de llegar ahora… Lamentablemente  nadie sabe cómo detener a un Escolta… Hemos intentado buscar una forma de destruirlo… Pero por lo que sabemos solo un ángel puede ayudarla… Y no existe nada ni nadie en el mundo capaz de invocar uno… Debe haber algo que hacer, mientras tanto seguimos buscando… Debe haber algo que hacer, solo hay que encontrarlo… Mi nombre es Alan Sagredo, soy amigo de tu padre y aunque estoy muerto hace mucho, he decidido quedarme en este mundo” El cerebro de Gloria en ese momento, y por más que lo intentaba, era incapaz de contactar con los músculos de su mandíbula para cerrar la boca de la mujer y contener la baba que estaba a punto de escaparse, apenas y después de varios intentos, logró articular: “¿Alan Sagredo?”


León Faras.

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