domingo, 5 de septiembre de 2021

Del otro lado.

 

Epílogo.



Para Macarena Ríos, la muerte de su hijo Lucas fue un hecho desbastador del que nunca se recuperaría totalmente, alegando que aquel era su único propósito en la vida y Dios se lo había quitado. Se refugió más tiempo del necesario en su familia, dejando que su relación con Richard Cortez se disolviera paulatinamente hasta desaparecer por completo. Para cuando Macarena decidió que era hora de vender su departamento, Richard ya no vivía allí.



Laura no se había ido del mundo como esperaba luego de su enfrentamiento con su Escolta y tenía muchas preguntas sobre lo que había sucedido, lo que estaba sucediendo y lo que estaba por suceder, por lo que decidió quedarse junto a Olivia por algún tiempo, por su parte, para la bruja, conocer todos los detalles de la experiencia de Laura, era de mucha utilidad en su oficio, por lo que podían pasar un buen tiempo de retroalimentación. Apenas anochecía y Laura le contaba increíbles detalles sobre los días que permaneció bajo el mar, cuando golpearon su puerta, Olivia consultó su reloj y se dio una sonora palmada en la frente, “¡Rayos! Lo había olvidado por completo” dijo, triturando la mitad de su cigarro contra el cenicero y poniéndose de pie para abrir la puerta, era Alan, “¿Estás lista?” Preguntó, como si la estuviera pasando a recoger para una cita, lo cierto, es que era algo parecido, “¡No! Pero lo preparo todo en un minuto” Respondió la bruja, mientras intentaba hacer una docena de cosas al mismo tiempo. Laura y Alan se saludaron, para la chica era tan raro que él estuviera muerto también, solo por tener una conversación mientras Olivia preparaba su mesa de trabajo, Laura le preguntó al hombre cómo había sucedido su muerte, Alan se vio sorprendido y la bruja detuvo bruscamente lo que hacía para mirarles, la chica comprendió que aquel no era un tema fácil y se disculpó, “No hay problema…” Respondió Alan, arrugando la nariz, y agregó, “es solo que… pregúntame mañana” Pocos minutos después volvieron a llamar a su puerta, Laura salió de la casa para dejar solos a Alan y Olivia con su visita, que era nada menos que Beatriz, la que la había contactado por medio de Gloria. Traía la grabadora con una cinta nueva y el deseo que la bruja ya conocía: contactar con Alan por última vez. “¿Crees que vendrá?” Preguntó la mujer una vez acomodada en la mesa, “Él está aquí…” Confirmó la bruja, sin dejar de mirarla. Beatriz cerró los ojos, así era más fácil, y simplemente dijo que… “me gustaría saber cómo ha estado todos estos años, si es que sabe que lo recuerdo a diario y que me hubiese encantado que las cosas hubiesen sido de otro modo. Preguntarle por nuestro hijo, si es que está con él, y darle las gracias por la forma como ha cambiado nuestra antigua casa, ha sido un verdadero milagro” Luego de un rato de silencio, la bruja detuvo la grabadora dando por terminado el contacto, pero antes de que la mujer se fuera, le pidió su teléfono, “Te agradará” Dijo Olivia, y le tomó una fotografía. Cuando Beatriz la vio, de inmediato se volteó para buscar a Alan tras ella, pero no pudo verlo, sin embargo, en la fotografía se veía claramente reflejado en el espejo de la vitrina a sus espaldas. Olivia podría haberlo fotografiado directamente, pero en su trabajo las sutilidades eran importantes. Fuera de la casa, Laura había encontrado a Gastón Huerta sentado en el sofá de los gatos bajo el ciruelo, buscaba a Olivia, pero sabía que estaba ocupada y debía esperar su turno, “¿Y se puede saber para qué la buscas?” Preguntó Laura con las cejas levantadas, temiendo ser indebida con sus preguntas otra vez, Gastón se encogió de hombros, “Cuando decides quedarte en el mundo tanto tiempo como yo, tu espíritu vuelve a materializarse y cada vez se hace más difícil irse. Ahora necesito ayuda” “Entonces, piensas irte a…” Comentó Laura, insinuando con el gesto algún lugar indeterminado del firmamento, Huerta miró las estrellas también, “Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero lo que todos dicen es que, si no tienes un Escolta tras de ti, solo hay un sitio al que se puede ir” Y luego agregó volviendo la vista a su acompañante, “Al que todos van. Antes me daba un miedo terrible, pero ahora creo que estoy listo” En ese momento Beatriz salía de la casa, atesorando en el pecho una grabación y una fotografía, afuera su hija y su yerno la esperaban en su auto.



Por la mañana, mientras caminaban, Alan le fue contando, sin excederse en detalles, las circunstancias de su muerte a Laura y por qué había terminado disparándose en la cabeza aquella desafortunada noche. Cuando llegaron a la que había sido la casa de Alan, ambos se quedaron mirándola desde afuera, “Oye, yo estuve aquí… pero se veía diferente” Comentó Laura y de hecho, era completamente diferente, incluso para Alan, quien no pudo agregar nada más que, “Muy diferente.” El sitio lucía despejado, las latas que rodeaban el perímetro habían desaparecido todas, igual que la maleza y la basura de alrededor, la casa había sido pintada por fuera de colores como si hubiesen usado varios sobrantes de pintura distintos, y hasta habían plantado un árbol. La gente se había cansado finalmente de la mala fama de ese sitio y su reputación de casa fantasma, y había decidido terminar con aquel nido de ratas y vagos convirtiéndolo en todo lo contrario. En el interior ya no había grafitis ni manchas de meados, sino que los niños de una escuela cercana habían pintado flores, mariposas y trenes voladores en las paredes, alguien colgó un columpio de las vigas desnudas de la casa, otros pusieron bancas por todos lados y macetas con plantas en los agujeros cuadrados que antes eran ventanas. La pieza del niño se había convertido en un sitio de respeto y culto, en el que la gente depositaba flores, velas y hasta juguetes, recordando la memoria del infante que había fallecido allí hace años y en circunstancias lamentables, “¿Cómo sabes que sigue aquí?” Preguntó Laura de pronto, Alan se sobajeó la cara y se cruzó de brazos, “¿Qué quieres decir?” La chica se encogió de hombros, “Quiero decir que, no lo podemos ver, y no podemos saber si ya se ha ido a otro lugar o ha sido recogido por, qué se yo, alguien del más allá, ¿sabes? es un bebé y sigue siendo un bebé, un recién nacido que no formó ningún vínculo con este mundo… no lo sé, solo se me ocurre” La verdad era que Alan tampoco podía saberlo, “Supongo que solo quería que supiera que estaba aquí; que no me iría a ninguna parte sin él” Respondió Alan con ingenua honestidad.



Diez días después, era sorprendente lo grande que se veía la propiedad de Olivia luego de haber vendido toda la chatarra que amontonaba en su patio, incluyendo el Nissan Tsuru, dinero que pensaba gastar en algo de pintura y un par de latas nuevas para su techo. Era media tarde cuando el padre José María pasó a recogerla en el vehículo de la iglesia, ambos tenían un importante compromiso aquel día. En una parte desolada del cerro, estaban todos reunidos alrededor de una pira en la que Gastón Huerta sería despedido luego de haberlo decidido así él mismo. Laura estaba allí para darle las gracias y desearle un buen viaje, y Alan para decirle, aunque ya no era necesario, que ambos estaban en paz, y que cualquier rencor que hubo, hace tiempo que se había extinguido, incluso Jeremías había asistido, pero sobre todo por curiosidad con el proceso, el cual era muy sencillo, la bruja preparaba una poción a la que llamaban “Segunda muerte” para que Huerta se la bebiera, luego este se recostaba sobre el montón de leña y en poco tiempo su cuerpo materializado quedaba exangüe, entonces el cura hacía una breve ceremonia, la que sería su última ceremonia oficial luego de haber decidido abandonar el sacerdocio por serios conflictos entre sus creencias, y la pira era encendida. Al principio, no ocurría nada, como si se tratara de un objeto incombustible, pero luego de unos minutos, el cuerpo se deshacía con sorprendente rapidez y sin dejar rastros, como si algo sólido pudiera evaporarse, entonces el espíritu de Gastón Huerta, en su parte más esencial, era liberado de su anclaje con el mundo, o al menos eso era lo que se creía... 



Fin.


León Faras.



(Este texto es un borrador sujeto a correcciones)


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