Oigo a la multitud enardecida
clamando por mi sudor y mi sangre,
que les pertenece como tuyo
será el aliento de mi expiración.
El sabor de la arena del último sol,
será aliciente de mi recuerdo perenne
que te transportará junto a mi
entre los pliegues de mi alma.
Estoy por debajo de las bestias
solo soy dueño de mi dolor
mi única decisión ha sido amarte
y también mi única posesión.
Miedo y desesperanza en el aire
la muerte al final del callejón
sonríe y acoge como una madre
de la cual todos somos hijos.
Cuando los dioses prometan libertad
mi promesa seguirá vigente.
La saliva se espesa, la sangre golpea.
Ave Cesar, los que van a morir te saludan.
León Faras.
Después de pelearme con la página ya puedo decirte que me quedo pegada a esa parte que habla de la muerte como una madre, me gusta, contrarresta el miedo. Saludos León!!!.
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