domingo, 4 de septiembre de 2011

Una peculiar historia.

Hay personas que pueden ser bastante particulares, aunque en el caso de la pequeña Inés del Rosario, este es un eufemismo. Inés del Rosario, no es que presentarla con sus dos nombres sea un acto de pomposidad, no, es necesario hacerlo, bueno, la pequeña Inés del Rosario es una niña de seis años, hija de un comerciante de mediano éxito, depresivo y con tendencias anoréxicas y de una mujer arribista y extraordinariamente superficial, no es que esto sea particularmente importante, pero es así.
Desde su más tierna infancia la niña presentó la tendencia a tener amigos imaginarios, particularmente una hermana que, descrita por ella misma era "igualita a ella", la situación era de lo más normal, sobre todo por que era hija única y porque su madre veía a los otros niñitos del barrio como "amistades inapropiadas". Todo era de lo más inocente salvo cuando la niña culpaba a su "hermana" de las cosas por las cuales merecía un castigo, como cuando se quebró el exclusivo frasco de perfume de su madre. Con el tiempo Inés del Rosario comenzó a usar sus dos nombres por separado, es decir, en ciertas ocasiones aseguraba llamarse Inés y en otras su nombre era Rosario. Esto, a parte de confundir a sus padres un poco, no generaba grandes conflictos, excepto cuando su madre se exasperaba tratando de convencerla que su nombre era Ines del Rosario, ni uno ni el otro, si no ambos, y la niña se enfurecía diciendo que ella era Inés, y su "hermana" era Rosario y a veces también al revés. Raro no?.
Pasó el tiempo y la pequeña comenzó a mostrar una marcada personalidad doble, es decir, cuando su nombre era Inés, la niña era introvertida, casi calculadora y sumamente racional, en cambio al llamarse Rosario, se volvía extrañamente adorable y exageradamente emocional. Como era lo más adecuado, sus padres decidieron llevarla ante un buen especialista en transtornos infantiles de la personalidad, o sea un sicólogo infantil, el cual, al cabo de varias seciones, concluyó que la niña tenía una personalidad bipolar con desarrollo independiente de personalidades paralelas (menuda novedad). Aconcejados por el profesional, los padres debían tratarla con normalidad, ya que era una conducta que debería disiparse conforme pasaran los años y la pequeña adoptara su personalidad definitiva, aunque de no ser así, existían algunos tratamientos alternativos o experimentales que podrían usarse cuando la niña fuera un poco mayor, aunque este no fue el diagnóstico más exótico, no como el de su tía Virginia, una mujer muy apegada a la fe quien creía que dos espiritus distintos habitaban el cuerpo de la niña, dos personas en un cuerpo (¿acaso eso era posible?).

Como las personalidades de la niña eran tan marcadamente diferentes, no era difícil diferenciar a "Inés" de "Rosario", lo difícil era castigarla, porque cuando Rosario hacía algo indebido, por lo general alguna torpeza como romper algún florero, era castigada dejándola en su pieza sin televisión, pero a los cinco minutos estaba cómodamente sentada viendo televisión bajo el amparo de que era Inés, y no Rosario. Inés, por su parte, cuando merecía algún castigo era por razones mucho más elaboradas, como cuando quiso fabricar una réplica de la torre de Babel con la bajilla de su madre, no rompió nada, el problema fue que resultó imposible despegar los platos, tazas y copas para volver a usarlos.

Sin embargo lo realmente extraño aconteció un día en que la mujer salió de casa con su hija rumbo al parque, como algunos cercanos le habían aconsejado, para que la pequeña entrara en contacto con otros niños de su edad. Los resultados de dichos paseos dependían de que si la niña era "Inés" o "Rosario", pues esta última se mostraba tremendamente entusiasmada, y feliz socializaba con todo lo que se topaba en su recorrido, incluyendo algunas criaturas bastante desagradables, que su madre despachaba con espanto (entiendase algún perrito con una evidente sobrepoblación de parásitos, solo como ejemplo). En cambio a Inés le importaba un soberano bledo compartir con nadie y se mantenía tan indiferente como le era posible, haciendo notar que su estadía ahí era obligada. Aquel día, el paseo fue con esta última y con los resultados esperados, es decir sin resultados. Al regresar a casa a la mujer le fue imposible encontrar las llaves dentro del caos que constituía su bolso con toda la parafernalia que aquello incluía, entonces Inés, con su inmutable calma y haciendo una mueca de "eso me lo esperaba", se acercó a la puerta y comenzó a golpearla esperando que alguien le abriera desde dentro, su madre le iba a decir que era inútil, pues en la casa no había nadie, pero la niña le interrumpió hablando con la puerta "Soy yo, Inés...y mamá.... sí otra vez no encuentra las llaves", claro, para la mujer aquello era una muestra clara de que su hija no estaba bien de su cabecita, pero quedó estupefacta al oír que le quitaban el seguro a la puerta desde dentro, luego la manilla giraba sola y la puerta se abría. La mujer se quedó parada ahí con la boca abierta mientras su hija entraba con absoluta naturalidad, se acomodaba en el sofá y encendía la televisión al momento que le hablaba a su hermana imaginaria, "Por suerte estabas aquí....sí ni siquiera recordaba que te había dejado castigada...no la próxima vez vas tú".


León Faras.

4 comentarios:

  1. León! me gusta mucho que tengas historias de "diferentes sabores" jeje...O.o
    Mmmm,de los capítulos de "lágrimas negras"no tengo problema con que no sepas cuántos serán o que incluso no quieras terminarla jeje...
    De lo de las reacciones con las lecturas pura curiosidad,por lo que me has comentado de que no atreverte a publicar en papel =P
    saludos!

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  2. ¬¬ oye, con un poco de pena...quiero que me "conozcas",quieres verme? a mi me gusta hacerme a la idea de que el de la foto que tienes acá eres tú,ni lo sé...y que termino de leerte y me volteas a ver con esa cara...jaja...estoy dañada creo =P

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  3. Sí bueno, el de la cara de menso soy yo, ya sabes lo honestas que son las cámaras.
    Lamento saber que no lo estás pasando bien, pero uno debe siempre tatar de rescatar lo mejor y lo malo que se haga cargo quién corresponda, tienes que reponerte, si no hay solución, entonces habrá otro camino...de seguro que lo hay, se nota mucho que eres lista, y confío en ello.

    Por otro lado me has desepcionado, ¿no eres la chica de la polera a rayas y los ojos grandes???
    ..no, es broma, sabes qué, te confieso que tenía mucha curiosidad por ver a la verdadera Belce, solo que no te lo había dicho...aún.

    Has lo que tengas que hacer pero espero que te sanes pronto.

    Un abrazo.

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